Si estás pensando en hacerte arbitro quizá las siguientes curiosidades te hagan reflexionar al respecto y decidir si realmente te interesa o no. Al fin y al cabo es uno de los trabajos más estresantes y con más presión que puedes encontrar.
Tabla de contenidos
- 1 Necesitas el ingenio rápido de un humorista
- 2 Los jugadores no son el enemigo
- 3 Los arbitro comen como atletas
- 4 Ver el fútbol como un aficionado nunca será lo mismo
- 5 Aprender a comunicarse mediante señas
- 6 Las decisiones te perseguirán por siempre
- 7 Existen auténticas manías con tarjetas
- 8 Al menos el 50 por ciento de los fans te odiará.
- 9 Tienen más presión en sitios públicos que en el campo de juego.
Necesitas el ingenio rápido de un humorista
A medida que avanzas por las ligas, aprendes a lidiar con unos y con otros, pero cuando llegas al juego profesional tienes que desarrollar tus habilidades para que no te coman. En ocasiones sacar una tarjeta puede ser más destructivo que otra cosa. El saber cuándo debemos de sacar la tarjeta y cuando aplicar un poco de humor para relajar el ambiente es todo un arte.
Los jugadores no son el enemigo
Si conseguimos que haya risas en el túnel antes de comenzar el partido también se verán en el campo. La tensión y los nervios pueden generar conflicto por lo que muchas veces un buen arbitro debe de rebajar la tensión con alguna broma o comentario gracioso. La gran mayoría de árbitros mantienen una muy buena relación con jugadores llegando a forjarse auténticas amistades.
Los arbitro comen como atletas
Los desayunos copiosos y con grasas se tienen que cambiar por fibra y fruta. Un árbitro al igual que un jugador debe de tomar los líquidos y alimentos correctos antes de un partido para estar bien hidratado y con energía. Deben de tener presente los programas de recuperación y alimentación para estar al 100% en cada partido.
Ver el fútbol como un aficionado nunca será lo mismo
Ser árbitro influye inevitablemente en cómo ves un juego. En cuanto ves un error automáticamente estás analizando por qué ha sucedido y que medidas se pueden tomar para que no les pase algo parecido. La consecuencia de todo esto es que al final no se disfruta de la misma manera y según que personas dejan de ver los partidos como aficionado.
Aprender a comunicarse mediante señas
Muchos jugadores son extranjeros y al final hablan con sus manos, esto puede ser peligroso ya que pueden inducir a confusiones. Los arbitro tienen que aprender a comunicarse con ellos con algunos gestos universales para poder gestionar el partido. El lenguaje corporal juega un papel importante en la superación del mensaje, como la palma de la mano hacia abajo para indicar “calmarse”.
Las decisiones te perseguirán por siempre
Durante el partido y debido a la tensión y excitación te olvidas de las decisiones que vas tomando de forma inmediata. Algo tan básico como el sacar una tarjeta de forma impetuosa puede estar en nuestra cabeza dando vueltas durante muchos meses. Muchos árbitros buscan ayuda psicológica para hacer frente ante esas situaciones y ser capaces de bloquear esos pensamientos y centrarse en su vida fuera del terreno de juego.
Existen auténticas manías con tarjetas
Cada arbitro quiere darles su toque personal a las cartulinas de gestión de partido. Eligiendo formas y materiales ligeramente distintos. Desde cartulinas básicas como las que podemos encontrar aquí en Dical.es, hasta algunas mucho más avanzadas con tablas o marcas para hacer anotaciones sobre las sanciones que se van sucediendo a lo largo del partido. Muchos árbitros se obsesionan con las cartulinas hasta el punto de perder los estribos si durante un partido alguien le toca las tarjetas.
Al menos el 50 por ciento de los fans te odiará.
Estadísticamente está demostrado que el árbitro durante la duración del partido de media será odiado por la mitad de los espectadores. Este porcentaje se reduce hasta el 35% en las horas después del partido.
Tienen más presión en sitios públicos que en el campo de juego.
Sacar una cartulina dentro del campo de juego puede ser motivo de gritos y aspavientos por parte del público, pero el gentío hace imposible que se entienda gran parte de lo que están gritando. Sin embargo, en un parque, en un bar, en una panadería, todo cambia. Muchos árbitros días después de un partido comprometido evitan ciertos sitios públicos para no tener que oír claramente los comentarios desagradables.